sábado, 21 de marzo de 2015

He conocido mi interior.

Yo he conocido mi interior el día que las sombras de tu ausencia me atacaron y no hubo refugio alguno que no sea más seguro que mi propio interior.
Mi alma acongojada fue presa de miedo al defenderme; al intentar hacer luz en tanta oscuridad.
Yo he conocido mi interior en tantas peleas, en tantas noches de soledad y tristeza.
Noches donde los ataques insulsos de dos fantasmas llamados "dejadme en paz" y "olvídate de mí" fueron tan patéticos, que no hubo más remedio que refugiarme en mi alma y reír junto con ella.
Yo he logrado conocer mi interior aún incluso cuando lo veía todo perdido.
Y al fin de esto puedo decir que no eres tú, sino yo quien llorará de tristeza al entender que perdiste más de lo que yo gané.
Pero definitivamente no eres tú el alma que me rondará en días de alegría y albedrío.
No eres tú quien volverá a buscarme, porque al término de mi poesía seré yo el mismo estúpido que partirá en busca de un amor perdido y ni amigos ni familiares evitarán mi sollozo y grito incontrolado.
Y es preciso decir que nadie se atreverá a tan siquiera presumir de que va mi historia, porque ni yo mismo la conozco.
No le he puesto final porque no soy yo quien escribe mi historia, pero si le he puesto un intermedio, un camino llamado “seguir con una sonrisa”.
¡Oh! Pobre ingenua, es tan estúpido creer que ella conoce todo cuando ni tan siquiera los personajes de la historia la conocen.
Mi prosa se termina y puedo decir que ahí estás tú, aquel interior que siempre me albergó. Porque al final de todo he conocido mi interior y he sabido burlarme de sus paupérrimas palabras de consuelo tan hirientes.

Y te juro que ni ella ni nadie podrán presumir de qué va mi interior, de que va mi alma, porque soy yo el que ha conocido mi interior.

Cristhian Lopez Ambrocio (Krizz-Sama), un soñador de quimeras